lunes, 2 de febrero de 2015


Un episodio (des)afortunado 2º parte

 

Hace un par de meses me ocurrió el acontecimiento más feo y vergonzoso de mi vida, pero que finalizaría como uno de los mejores días que viví. Lo que aconteció fue: que una tarde yendo a casa de una amiga de la escuela para realizar un trabajo, comí algo que me provocó un malestar. Tan fuerte fue la descompostura que no llegué a un baño y terminéensuciándome encima. Mis amigas juraron guardar el secreto pero en contrapartida yo debía usar pañal por si el malestar continuaba. Obviamente que al principio me negué, pero a la fuerza me lo pusieron, y así transcurrió la tarde entre trabajo y cambio de pañales.  

Lo que nunca pensé que podía suceder finalmente ocurrió y tomé un cariño especial por usar pañales y a partir de ese día comencé a ponérmelos de vez en cuando, varias veces me arriesgué a salir con él a la calle o incluso en la escuela. Pero con el tiempo esto me hizo sentirme vacía, es decir adoraba usar pañales, pero lo que realmente añoraba era volver a ser una bebita como aquel día en la casa de mi amiga Mariana, pensé que jamás tendría tal suerte, pronto descubriría que estaba equivocada, muy equivocada.

Una mañana como cualquier otra, me dirigí a la escuela. El día transcurría normal, hasta que comencé a sentir algunos cólicos en mi panza, pedí permiso y fui al baño. No fue como aquel día ya que llegué con lo justo al inodoro. Terminado me higienicé correctamente y cuando iba a subirme la bombacha (o bragas) vi algunas manchitas lo que delataba que no había llegado a tiempo como pensaba. La lavé y me la puse. Aun así me sentía incomoda y preocupada de que se pudiera sentir mal olor. Por ello, ni bien tocó el timbre del recreo me dirigí al baño con mi mochila y saqué unos pañales que había comprado el día anterior y había escondido allí. Sin dudarlo me quité la ropa interior y me coloqué un pañal, me aseguré bien de que no se viera por debajo de la pollera,  ya que era muy abultado, y salí para encontrarme con mis amigas.

La conversación con ellas fue tan divertida que pronto olvide lo que llevaba puesto. Para mi mala suerte o mejor dicho mi buena suerte, mi amiga Mariana tenía la costumbre de darle un ligero golpecito en la cola a quien hiciera un comentario gracioso, y cuando yo lo hice llegó la clásica felicitaciones. Obviamente que el sonido fue bien distinto al esperado, al igual que lo que se siente al contacto. Por la cara de Mariana deduje que algo raro había notado, aunque no el resto de mis amigas.

Cuando sonó el timbre que marcaba el regreso a las aulas todas nos dirigimos hacia las escaleras, pero Mariana me tomó de la mano y me alejó un poco. No dijo nada pero me miró directamente a los ojos y volvió a nalguearme la cola, el sonido anterior se repitió. Yo estaba tan nerviosa y roja que no podía hablar, mucho menos moverme. Eso le dio la oportunidad de levantarme un poco la pollera para dejar al descubierto un blanco pañal. Intenté, como pude, una respuesta que sonara lógico, pero nada con sentido salía de mi boca.

-¡Qué lindo! –exclamó mi amiga al fin-.Pensé que lo de aquel día no te había gustado, pero por lo que veo le tomaste el gustito a los pañales. Te cuento un secreto –se acercó a mí –desde aquel día yo tampoco pude dejar de pensar lo lindo que fue. Como bebita sos muy tierna.

-¿En serio? –solo atine a decir.

-Sí, en serio. Bueno ahora vamos bebe, antes de que nos regañen.

Obedecí y las dos volvimos al aula. Cuando el final de clase llegó, encaré para regresar a mi casa pero la voz de Mariana me detuvo.

-¡Vero, espera! ¿Tenes que hacer algo?

-No, nada.

-¿Queres venir a mi casa?

-¿A tu casa?

-Sí… bebé –exclamó acercando su cara a la mía.

Mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras y solo pude asentir con mi cabeza.

Una vez en su casa, fuimos a su habitación.

-Ponte cómoda, ya vengo –me ofreció.

Me senté en la cama y miré hacía todos lados, todo estaba como lo recordaba. No había vuelto allí desde aquel glorioso día. En ese momento Mariana regresó cargando un pesado bolso, era el típico que usaban las mamás cuando salen a la calle con sus bebes

-Bien –me recostó hacía atrás y me levantó la pollera.

-¡Espera –dije reincorporándome -¿Qué está haciendo?!

-A ver Vero ¿te pusiste talco en la cola hoy?

-Bueno, no.

-¿Ves? Te vas a paspar toda, te voy a poner un poco de talco y te cambió el pañal.

-No, es decir no es necesario… aquel día… -no sabía cómo continuar, lo que estaba sucediendo lo deseaba, pero aúnasí la vergüenza de lo que ella podía pensar era más fuerte y por ello me resistí.

-Bebé –me acarició la cabeza –.Acostate.

No sé por qué, pero frente a tales palabras perdí toda mi fuerza de voluntad y obedecí. Sentí como una gran alegría y emoción me invadían cuando me quitó el pañal, me roció con talco y ajustó un nuevo pañal a mi cintura. Después prosiguió quitándome el uniforme escolar y me colocó un enterito y para finalizar me puso un chupete rosa en la boca.

-¿Mejor, bebita? –asentí con la cabeza -.Bien.

Estaba sucediendo, lo que tanto había deseado durante meses estaba volviendo a ocurrir, así que simplemente me dediqué a disfrutarlo y no me negaba a nada de lo que mi amiga proponía o decía.Jugamos en el suelo con algunos juguetes, los cuales me divirtieron bastante y varias veces me los llevé a la boca pero Mariana enseguida me los sacaba. En unas cuantas oportunidades me recostó en el suelo y me besó la barriga. Me ayudó a colorearlibros de cuentos de princesas, y luego me recostó en su cama y me cantó una canción de cuna mientras me acariciaba y eso me durmió.

Al despertar vi que Mariana me tocaba la cola del pañal.

-Acá hay algo de olorcito. Me parece que vamos a necesitar un cambio de pañales.

Me desabrochó el enterito y miró mi cola.

-Sí, definitivamente necesitamos un cambio.

No dije nada, ni siquiera me importó estar sucia. Mientras me quitaba la ropa, yo me entretenía chupando mi dedo pulgar ya que había perdido mi chupete.

-¿Tenes hambre, bebe? -me preguntó una vez limpia, asentí con la cabeza -.Bien.

Se sentó en la cama, se levantó la blusa y se desprendió el corpiño, dejando uno de sus senos al descubierto.

-Veni –me invitó, pero dudé en acercarme, eso antes no había sucedido –Veni, bebita –insistió.

Finalmente accedí. Agatas llegué a la cama, subí y me recosté sobre ella. Volví a dudar, pero mi amiga tomó mi cabeza y con delicadeza y ternura me acercó a su pechoFinalmente accedí. Agatas llegué a la cama, subí y me recosté sobre ella. Volví a dudar, pero mi amiga tomó mi cabeza y con delicadeza y ternura me acercó a su pecho, hasta que deposité mis labios en su pezón. Al principio me daba vergüenza pero pasado unos minutos comencé a succionar como lo haría cualquier bebe. Obviamente nada salía de allí pero la sensación era tan gratificante que me quedé así un buen rato. Mientras tanto ella con una mano me sostenía la cabeza y con la otra daba ligeros golpecitos a mi cola como una especie de felicitaciones por ser tan buena bebita. En un momento hubo un cruce de miradas y pude ver como sus ojos irradiaban una gran ternura hacia mí, me sentí tan bien con eso que me acomodé en su regazo y continúe succionando.

Como sus padres iban volver en breve solo quedó tiempo para un último cambio de pañal, ya que el otro lo había mojado, de manera que me fuera limpita hasta mi casa. Hecho esto nos despedimos en la puerta de entrada.

-Nos vemos mañana, Vero –me saludó.

-Claro –respondí con una sonrisa.

-Ah, y acordate que siempre vas a ser mi bebita, solo tenes que pedírmelo. Lo único que la próxima vez no pase tanto tiempo, mira que lo voy a estar esperando.

-¡¡¡Sí!!!
Aún con la emoción embargando todo mi ser, volví a mi casa. En el camino no pude evitar recordar cada maravilloso momento, estaba feliz, porque a diferencia de lo que había pensado, había vuelto a ser la bebita de mi amiga.

2 comentarios:

Mrstorm dijo...

esta historia realmente me encanto, quiero ver su continuación :)

Abdl dijo...

Quisiera saber como se llama la historia..?