La visita (segunda parte)
Es extraño como en la vida nos suceden que cosas que no nos gustaban en un
principio al final terminan agradándonos. Me ha pasado con comidas, con
películas, con personas, incluso con la experiencia más extraña que viví hace
ya casi un año atrás. Fue cuando Claudia una amiga de mi mamá vino de visita al
país y se quedó en mi casa unos días. Por una circunstancia en particular ambos
nos quedamos solos casi una semana y durante ese tiempo insistió en tratarme
como a un bebe, mejor dicho como a una bebe. Si bien para mí fue traumante, al
final resultó ser una de las mejores semanas de mi vida, por ello lamenté que
Claudia se marchara. Pero es importante saber que el destino siempre te da una
segunda oportunidad o por lo menos conmigo pasó.
El punto de partida para mi segundo relato, debería ser el día de mi
cumpleaños número diecisiete. Lo festejé junto a mi familia y mis amigos en mi
casa terminando muy entrada la noche. Cuando me acosté para descansar me dormí
profundamente y lo siguiente que recuerdo fue un insistente ruido de chicharra.
Cuando al fin reaccioné vi que eran las diez de la mañana y que aquel sonido
era el timbre. Me cambié a las apuradas y fui a atender. Algo molesto abrí la
puerta pero mi bronca desapareció al instante al reconocer a Claudia.
-Hola hermosa, bebita –me saludó.
-Cla… Claudia –solo atiné a balbucear -¿Qué… qué…?
-¿Qué hago acá? Vine a darte tu regalo de cumpleaños.
-¿En serio?
-Síy te aseguro que no tenes ni idea de que se trata.
Esas palabras hicieron que volvieran a mi memoria sucesos del pasado y el
corazón se me aceleró a mil revoluciones. Como si nada Claudia ingresó a la
casa para saludar a mis padres que ya se
habían levantado y venían a recibirla.
Asítrascurrió la mañana, ellos hablando entre sí y yo prácticamente
ignorado. Cuando estaba a punto de retirarme a mi habitación molesto. Claudia
les pido permiso a mis padres para llevarme todo un día a un parque de
diversiones como regalo de cumpleaños. Allí mi corazón volvió a acelerarse. Mis
padres que confiaban ciegamente en la mujer le dieron su permiso y sin más
preámbulos ambos salíamos. Créanme si la primera vez fue rara y excitante la
vez, esta segunda oportunidad supera cualquier especulación.
Llegamos hasta un pequeño apartamento que había alquilado para la
ocasión,sin mediar palabra fuimos directo a una de las habitaciones, al
ingresar no pudo evitar que mi corazón saltara de emoción. Estaba decorada al
estilo de un bebe, con todo lo necesario, pila de pañales, osos de peluche y
toda clase de juguetes.
-Bueno creo que ya es hora de comenzar ¿no crees, bebita?
-Ah sí… claro.
Algo que no había tenido en cuenta es que Claudia amaba a las bebes, es
decir a las niñas, por ende para poder ser tratado como un bebe debía volver a
mi rol femenino,no era algo que me agradara pero pensé que era un pequeño
precio a pagar por volver a vivir como un bebe. Me senté sobre un cambiador y
luego de ponerme un pañal, me colocó un vestido bastante infantil y
aprovechando mi largo cabello me ató dos colitas. Utilizó un poco de su
maquillaje para darme un aspecto más femenino y cuando finalizó el resultado me
sorprendió a mí mismo, créanme cuando les digo que ni siquiera mis padres me
reconocerían con el aspectoque tenía. Ya estaba listo o mejor dicha lista para
comenzar a disfrutar todo un día, perono sabía que en esta ocasión lo que
Claudia tenía pensado era muy distinto a lo de la última vez.
-Bueno creo que ya estas lista para salir –me dijo.
-Para ¿qué? –repliqué.
-Para salir, mami tiene que comprar muchas cosas.
-Pero no puedo salir así.
-Claro que sí.
-¡¡¡No!!! Ni loco voy a salir…
-Ni loca querrás decir y si vas a salir –me colocó un chupete rosa en la
boca para impedirme seguir protestando -.Ahora que ya estas lista bebita, vamos
a salir.
Quise resistirme pero no lo hice, o quizás en el fondo no deseaba hacerlo,
porque en definitiva era lo que tanto tiempo había anhelado.
Salimos a la calle, yo con mi vestido con voladitos, mis colitas, y en la
parte de atrás se veía como sobresalía por debajo de la falda un enorme pañal.
Caminamos media cuadra hasta donde estaba el auto, amagué a subir en la parte
de adelante, pero Claudia me detuvo y me señaló la parte trasera. En ese
asiento había una sillita de bebe pero de tamaño más grande, mi mama me colocó
en ella me ajustó el cinturón y ya estábamos listo para comenzar el viaje.
Nuestra primera parada fue en un supermercado. Pensé que Claudia no me
haría bajar del auto, pero me equivoqué.
-¡Vamos Juli! –estirando su brazos como si me quisiera abrazar.
Acepté y descendí, podía sentir como todas las miradas estaban puestas en
mí, y yo rojo de vergüenza, mientras mi mami me llevaba de la mano y miraba
hacia todos lados sin preocupación alguna.
Entramos al lugar, y paseamos góndolas por góndolas. Yo no levantaba la
vista del suelo pero podía sentir las miradas. Paramos en el lugar de productos
para bebes, allí Claudia llenó el changuito con varios cosas.
-¿Y pañales…? –exclamó mirando las diversas marcas. ¿Cuáles…?
Me levantó la pollera y miró el que tenía puesto. Mientras yo estaba al
borde de morirme de la vergüenza.
-¡Ah sí!, son estos –tomó un paquete.
Fuimos a la caja para pagar lo comprado, yo continuaba cabizbajo, pero en
un momento levanté la vista y me encontré con los ojos de la cajera que me
miraba asombrada. Claudia debió haber notado esto porque enseguida intervino.
-¿Acaso no es hermosa mi bebita? se llama juli, Julia.
-Hermosa señora –respondió la cajera con una sonrisa forzada y continuó
cobrándonos los productos.
Salimos y volvimos al auto. Una vez allí sentí tranquilidad sabiendo que
nadie más me podía ver y que ya volveríamos a la casa. Pero estaba equivocado.
-¿A casa? –rio Claudia cuando le pregunté –Claro que no, bebita. Aún
tenemos que ir a otros lugares, es tu cumpleaños y quiero que te diviertas como
nunca. Tengo varias sorpresas más preparadas.
La siguiente parada fue en una juguetería. Nos atendió un vendedor gordo y
entrado en años que no me dejaba de mirar asombrado.
-¿En qué puedo ayudarlos? –preguntó.
-Vinimos a comprar juguetes, todos los que mi bebita quiera.
-¿De acuerdo… y que juguetes… -dudaba –son los que buscan?
-Los de bebes ¿cuál van a ser?
-Claro –exclamó fingiendo haber preguntado una tontería -.Síganme por aquí.
Nos guio hasta una parte donde abundaban los osos de peluche y demás
juguetes típicos de bebes.
-Elegí el que quieras bebita.
Avancé unos pasos pero me detuvo la mano de mi mami que me tomó del hombro.
Volvió a levantarme la pollera y me tocó el pañal en la parte de la entrepierna.
-No te mojaste ¿verdad, mi amor? –preguntó con un tono sumamente dulce.
–No, estas sequita.
Al ver esto el vendedor se excusó y se retiró. Esto me permitió estar más
tranquilo y elegir que juguetes iba a llevar que a pesar de ser infantiles, en
aquel momento me parecían súper divertidos.
Cuando ya había hecho mi elección, pagamos y nos retiramos del lugar. Una
vez más en al auto comencé a sentir muchas ganas de ir al baño, le comuniqué
eso a mi mami.
-Hazte tranquila, mi amor. Para eso tienes los pañales. Mami luego te
cambia –fue su respuesta.
Pese a eso me resistí.
La tercera parada fue en una casa de comidas rápidas. Cuando ingresamos una
vez más fui el centro de las miradas. Claudia pidió a la moza un silla de bebe,
la mujer trajo, según explicó, la más grande que había. Para mi sorpresa entré
en ella con comodidad. Claudia me puso un babero y jugueteando me dio de comer
una papilla.
Luego de beber un vaso entero de jugo, sentí como mi vejiga estaba a punto de
estallar, ya no pude aguanté más y liberé todo el pipi en el pañal. Estaba tan
avergonzado que también se me escapó un poco de popo.
-¿Juli te ensuciaste? –me preguntó mi mami a lo que asentí con la cabeza
-¡Mi amor!
Me tomó de la mano y me guio hasta donde una mujer limpiaba.
-Disculpe –exclamó Claudia -.Pero mi bebita seha embarrado todo el pañal
¿Dónde está el baño para poder cambiarla?
Dubitativo la empleada nos indicó el baño de damas. Ingresamos allí y
cuando me recosté en el suelo para ser cambiado vimos como una mujer salía de
uno de los box.
-Ah disculpe, solo voy a cambiar a mi bebe –explicó mi mami.
La mujer no dijo nada y salió del lugar. Mi vergüenza estaba ya en el
límite y no pude resistirme más y comencé a llorar.
-No, mi amor no llores –me puso en la boca el chupete que me había sacado
para comer y me cambió los pañales. Increíblemente aquello me tranquilizó y la
vergüenza comenzó a esfumarse
Una vez limpió terminamos el almuerzo y finalmente volvimos a la casa de
Claudia. Allí pasé toda la tarde jugando con mis nuevos juguetes interrumpiendo
momentáneamente para tomar la mamadera y para los cambios de pañales.
Cuando la hora marcada para volver a mi casa se acercaba, volví a colocarme
mi ropa de adulto un tanto triste, porque pese a tanta vergüenza el día fue
genial.
-No –me dijo Claudia al ver que iba a quitarme el pañal –.Ponte toda tu
ropa, pero quédate con el pañal puesto. Para que recuerdes que siempre vas a
ser mi bebita Julia.
Sonreí y accedí a su pedido. Volvimos a mi casa y mis padres nos
consultaron sobre cómo había pasado el día.
-Genial –exclamé.
¿Cómo no iba a serlo? Había vuelto a ser la bebita de la amiga de mi mamá.
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