Un episodio (des)afortunado 2º parte
Hace un par de meses me ocurrió el acontecimiento más feo y vergonzoso de
mi vida, pero que finalizaría como uno de los mejores días que viví. Lo que
aconteció fue: que una tarde yendo a casa de una amiga de la escuela para
realizar un trabajo, comí algo que me provocó un malestar. Tan fuerte fue la
descompostura que no llegué a un baño y terminéensuciándome encima. Mis amigas
juraron guardar el secreto pero en contrapartida yo debía usar pañal por si el
malestar continuaba. Obviamente que al principio me negué, pero a la fuerza me
lo pusieron, y así transcurrió la tarde entre trabajo y cambio de pañales.
Lo que nunca pensé que podía suceder finalmente ocurrió y tomé un cariño
especial por usar pañales y a partir de ese día comencé a ponérmelos de vez en cuando,
varias veces me arriesgué a salir con él a la calle o incluso en la escuela.
Pero con el tiempo esto me hizo sentirme vacía, es decir adoraba usar pañales,
pero lo que realmente añoraba era volver a ser una bebita como aquel día en la
casa de mi amiga Mariana, pensé que jamás tendría tal suerte, pronto
descubriría que estaba equivocada, muy equivocada.
Una mañana como cualquier otra, me dirigí a la escuela. El día transcurría
normal, hasta que comencé a sentir algunos cólicos en mi panza, pedí permiso y
fui al baño. No fue como aquel día ya que llegué con lo justo al inodoro.
Terminado me higienicé correctamente y cuando iba a subirme la bombacha (o
bragas) vi algunas manchitas lo que delataba que no había llegado a tiempo como
pensaba. La lavé y me la puse. Aun así me sentía incomoda y preocupada de que
se pudiera sentir mal olor. Por ello, ni bien tocó el timbre del recreo me
dirigí al baño con mi mochila y saqué unos pañales que había comprado el día
anterior y había escondido allí. Sin dudarlo me quité la ropa interior y me
coloqué un pañal, me aseguré bien de que no se viera por debajo de la
pollera, ya que era muy abultado, y salí
para encontrarme con mis amigas.
La conversación con ellas fue tan divertida que pronto olvide lo que
llevaba puesto. Para mi mala suerte o mejor dicho mi buena suerte, mi amiga
Mariana tenía la costumbre de darle un ligero golpecito en la cola a quien
hiciera un comentario gracioso, y cuando yo lo hice llegó la clásica
felicitaciones. Obviamente que el sonido fue bien distinto al esperado, al
igual que lo que se siente al contacto. Por la cara de Mariana deduje que algo
raro había notado, aunque no el resto de mis amigas.
Cuando sonó el timbre que marcaba el regreso a las aulas todas nos
dirigimos hacia las escaleras, pero Mariana me tomó de la mano y me alejó un
poco. No dijo nada pero me miró directamente a los ojos y volvió a nalguearme
la cola, el sonido anterior se repitió. Yo estaba tan nerviosa y roja que no
podía hablar, mucho menos moverme. Eso le dio la oportunidad de levantarme un
poco la pollera para dejar al descubierto un blanco pañal. Intenté, como pude,
una respuesta que sonara lógico, pero nada con sentido salía de mi boca.
-¡Qué lindo! –exclamó mi amiga al fin-.Pensé que lo de aquel día no te
había gustado, pero por lo que veo le tomaste el gustito a los pañales. Te
cuento un secreto –se acercó a mí –desde aquel día yo tampoco pude dejar de
pensar lo lindo que fue. Como bebita sos muy tierna.
-¿En serio? –solo atine a decir.
-Sí, en serio. Bueno ahora vamos bebe, antes de que nos regañen.
Obedecí y las dos volvimos al aula. Cuando el final de clase llegó, encaré
para regresar a mi casa pero la voz de Mariana me detuvo.
-¡Vero, espera! ¿Tenes que hacer algo?
-No, nada.
-¿Queres venir a mi casa?
-¿A tu casa?
-Sí… bebé –exclamó acercando su cara a la mía.
Mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras y solo pude asentir con mi
cabeza.
Una vez en su casa, fuimos a su habitación.
-Ponte cómoda, ya vengo –me ofreció.
Me senté en la cama y miré hacía todos lados, todo estaba como lo
recordaba. No había vuelto allí desde aquel glorioso día. En ese momento
Mariana regresó cargando un pesado bolso, era el típico que usaban las mamás
cuando salen a la calle con sus bebes
-Bien –me recostó hacía atrás y me levantó la pollera.
-¡Espera –dije reincorporándome -¿Qué está haciendo?!
-A ver Vero ¿te pusiste talco en la cola hoy?
-Bueno, no.
-¿Ves? Te vas a paspar toda, te voy a poner un poco de talco y te cambió el
pañal.
-No, es decir no es necesario… aquel día… -no sabía cómo continuar, lo que
estaba sucediendo lo deseaba, pero aúnasí la vergüenza de lo que ella podía
pensar era más fuerte y por ello me resistí.
-Bebé –me acarició la cabeza –.Acostate.
No sé por qué, pero frente a tales palabras perdí toda mi fuerza de voluntad
y obedecí. Sentí como una gran alegría y emoción me invadían cuando me quitó el
pañal, me roció con talco y ajustó un nuevo pañal a mi cintura. Después
prosiguió quitándome el uniforme escolar y me colocó un enterito y para
finalizar me puso un chupete rosa en la boca.
-¿Mejor, bebita? –asentí con la cabeza -.Bien.
Estaba sucediendo, lo que tanto había deseado durante meses estaba
volviendo a ocurrir, así que simplemente me dediqué a disfrutarlo y no me
negaba a nada de lo que mi amiga proponía o decía.Jugamos en el suelo con
algunos juguetes, los cuales me divirtieron bastante y varias veces me los
llevé a la boca pero Mariana enseguida me los sacaba. En unas cuantas
oportunidades me recostó en el suelo y me besó la barriga. Me ayudó a
colorearlibros de cuentos de princesas, y luego me recostó en su cama y me
cantó una canción de cuna mientras me acariciaba y eso me durmió.
Al despertar vi que Mariana me tocaba la cola del pañal.
-Acá hay algo de olorcito. Me parece que vamos a necesitar un cambio de pañales.
Me desabrochó el enterito y miró mi cola.
-Sí, definitivamente necesitamos un cambio.
No dije nada, ni siquiera me importó estar sucia. Mientras me quitaba la
ropa, yo me entretenía chupando mi dedo pulgar ya que había perdido mi chupete.
-¿Tenes hambre, bebe? -me preguntó una vez limpia, asentí con la cabeza
-.Bien.
Se sentó en la cama, se levantó la blusa y se desprendió el corpiño,
dejando uno de sus senos al descubierto.
-Veni –me invitó, pero dudé en acercarme, eso antes no había sucedido –Veni,
bebita –insistió.
Finalmente accedí. Agatas llegué a la cama, subí y me recosté sobre ella.
Volví a dudar, pero mi amiga tomó mi cabeza y con delicadeza y ternura me
acercó a su pechoFinalmente accedí. Agatas llegué a la cama, subí y me recosté sobre ella.
Volví a dudar, pero mi amiga tomó mi cabeza y con delicadeza y ternura me
acercó a su pecho, hasta que deposité mis labios en su pezón. Al principio me
daba vergüenza pero pasado unos minutos comencé a succionar como lo haría
cualquier bebe. Obviamente nada salía de allí pero la sensación era tan
gratificante que me quedé así un buen rato. Mientras tanto ella con una mano me
sostenía la cabeza y con la otra daba ligeros golpecitos a mi cola como una
especie de felicitaciones por ser tan buena bebita. En un momento hubo un cruce
de miradas y pude ver como sus ojos irradiaban una gran ternura hacia mí, me
sentí tan bien con eso que me acomodé en su regazo y continúe succionando.
Como sus padres iban volver en breve solo quedó tiempo para un último
cambio de pañal, ya que el otro lo había mojado, de manera que me fuera limpita
hasta mi casa. Hecho esto nos despedimos en la puerta de entrada.
-Nos vemos mañana, Vero –me saludó.
-Claro –respondí con una sonrisa.
-Ah, y acordate que siempre vas a ser mi bebita, solo tenes que pedírmelo.
Lo único que la próxima vez no pase tanto tiempo, mira que lo voy a estar
esperando.
-¡¡¡Sí!!!
Aún con
la emoción embargando todo mi ser, volví a mi casa. En el camino no pude evitar
recordar cada maravilloso momento, estaba feliz, porque a diferencia de lo que
había pensado, había vuelto a ser la bebita de mi amiga.
2 comentarios:
esta historia realmente me encanto, quiero ver su continuación :)
Quisiera saber como se llama la historia..?
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