viernes, 12 de junio de 2015

Amigos aquí el nuevo cuento, un clásico de la literatura infantil con toques ABDL. Disfruten, lean y comenten.

La Babycenicienta.

Abigail y Dana eran dos hermanas que tenían todo cuanto querían. Su madre viuda, les daba todo lo que ellas quisieran y le prestaba toda la atención.
Sin embargo Nadina, la madre, conoció a un buen hombre y se casó con él, en muy poco tiempo tuvieron una bebé a la que llamaron Gala. Abigail y Dana se sentían desplazadas por el nuevo miembro de la familia.
Los años trascurrieron y Gala cumplió diez años, mientras que sus hermanas tenían diecisiete y dieciséis respectivamente. El rencor de las dos hermanastras era cada día mayor, todo el tiempo planeaban alguna forma de vengarse de la pequeña y dulce niña. Un fin de semana encontraron la gran oportunidad, sus padres saldrían de viaje y ellas quedarían a cargo.
Las malvadas adolecentes comenzaron a planear inmediatamente su venganza contra aquella a la que consideraban que le había arrebatado su lugar de privilegio.
-Hay que hacer algo, pero tiene que ser bien vergonzoso para ella –exclamó Abigail paseándose pensativa de un lado a otro dela habitación.
-Creo que ya lo sé, mamá la trata como un bebé, pues  bueno vamos a convertirla en uno –sugirió su hermana con una malvada sonrisa. Ambas rieron a carcajadas.
Durante las primeras horas las hermanastras se mostraron cariñosas y respetuosas con la pequeña Gala, haciendo que esta baje la guardia.
Ese mismo día a la tarde, mientras la pequeña dormía la siesta, sus hermanastras ingresaron a la habitación, tomaron la mano de la niña y la colocaron en un bol con agua tibia (era algo que habían visto en internet). Esperaron unos pocos minutos y finalmente sucedió lo que esperaban: la pequeña niña, sin despertarse comenzó a hacerse pipi. En cuestión de segundos su ropa interior, su pijama y las sabanas de la cama estaban completamente empapados.
La despertaron para hacerla ver lo que había sucedido, la niña que no se había percatado de que era un plan de sus hermanas comenzó a llorar pensado que se trataba de un accidente.
-¡Ho! mírenla a la pobrecita como llora –exclamó una.
-Pobre bebita – se burló la otra.
-Nosotras no vamos a lavar tus cochinadas.
-¡Fue un accidente, eso solo! –exclamó la pequeña Gala.
-No me quiero arriesgar –sentenció Abigail -.Esperamos afuera, sácate todo la ropa.
Las dos hermanas salieron, y la niña hizo lo que le ordenaron. Cuando terminó les avisó. Las dos volvieron a ingresar cargando un enorme paquete y con una malvada sonrisa en sus labios.
La hicieron recostarse sobre la cama, la higienizaron con toallitas húmedas, la rociaron con talco, y sin darle tiempo a que Gala reaccionara, le abrocharon un pañal de bebé ya que por su tamaño aun le quedaban.
-¿Qué… qué es esto? –preguntó avergonzada.
-Ya te dijimos, no vamos lavar tus cochinadas. Así que si te volves a hacer pis u otra cosa tenes el pañal.
-¡P… pero fue un accidente, no va a volver a pasar! –la niña ya lloraba por eso le pusieron un chupete en la boca.
-No queremos berrinches.
La terminaron de vestir poniéndole un vestido rosa corto muy infantil que no terminaba de cubrir el pañal  y la dejaron en la habitación sola.
-Comienza la segunda parte del plan –dijeron al unísono las malvadas hermanastras.
Cuando la pequeña Gala salió de su cuarto y se puso a ver televisión en el living (aun con pañal y chupete ya que no quería contradecir a sus hermanas), Abigail y Dana entraron a la habitación de la niña allí armaron la cuna que usaba de bebé.
Gala mientras seguía viendo las caricaturas sintió el llamado de la naturaleza y se dirigió a la baño, pero al llegar se encontró que la puerta estaba cerrada con llave, apresuradamente se dirigió al segundo pero estaba en las mismas condiciones. Desesperada intentó buscar a sus hermanas pero fue en vano, luego de da unos pocos pasos su vejiga liberó todo el pipí que tenía acumulado, volviendo amarillento su pañal de “Princesas” y más pesado.
-Miren a la bebita sigue haciéndose pipi encima –se burló una de sus hermanastras.
-Menos mal que le pusimos el pañal.
Las burlas y las humillaciones no se detuvieron allí. Sin cambiarle el pañal húmedo le dieron una mamadera llena de leche y se la hicieron tomar mientras en la televisión le hacían ver programas para bebés.
El almuerzo y la cena fue igual la sentaban en sillitas para bebés, le colocaban un babero y le hacían comer papilla. Sin saberlo dentro le colocaban diuréticos y laxantes para que la niña ensuciara el pañal
Y así la tenían largas horas con el pañal sucio, incluso lleno de popo. La pobre Gala les rogaba a sus hermanastras que acaben con todo pero estas no se apiadaban ni siquiera de las lágrimas, es más cuando la niña comenzaba a llorar, decían que así se parecía más aun bebé y le colocaban un chupete en la boca.
Pasaron dos días, tres días, cuatro días la pequeña ya casi no podía controlar su vejiga y su esfínter debido a tantos medicamentos y había llegado a un punto en que podía mojar o embarrar su pañal sin darse cuenta, y eso hizo que sus hermanastras lejos de apiadarse aumentaron con sus bulas y humillaciones.
Todos los días eran similares usaba pañal las 24 horas del día, le colocaban vestidos infantiles, la obligaban a usar chupete y a divertirse con juguetes de bebés dentro de un corralito. La comida consistía en papillas y mamaderas llenas de leche tibia. A la hora de dormir lo hacía en una cuna.  
La pobre Gala ya había llegado a un punto en que se había resignado y ya no se resistía a nada de lo que sus horribles hermanastras la obligaban a hacer y éstas estaban felices por ello porque pensaban que la pequeña había recibido el castigo que merecía.
Pero todo cambió cuando los padres regresaron de improvisto y sorprendieron a las malvadas hermanastras nalgueando a Gala que solo vestía un abultado pañal lleno de popo. Las dos intentaron justificarse pero les fue imposible.
El castigo que recibieron Abigail y Dana fue ejemplar, Gala debía seguir usando un pañal un tiempo más debido a que por los medicamentos había perdido la capacidad de controlar sus necesidades, así que en tanto tuviera que seguir con pañales sus hermanastras también lo harían, y así irían a todos los lugares, mientras que en la casa serían tratadas como bebes al igual que lo hicieron con la pequeña Gala.








1 comentario:

Anónimo dijo...

Asi que ya saben la bengansa nunca es buena mata el alma y la