Mi relación
Esta es mi
historia AB, antes que nada les cuento mi nombre es Daniel y cuando esto
sucedió llevaba diez años de novio con Florencia mi única novia de toda la
vida. Sin embargo en ese entonces nuestra relación iba de mal en peor al punto
tal que ambos sabíamos que podía terminarse todo de un momento a otro.
Con la esperanza
de evitar ese fin trágico le prepuse irnos por unos diez días de vacaciones a
una cabaña alejada de la ciudad, aceptó y emprendimos el viaje.
Durante el
recorrido le explicaba cuanto la quería, y cuanto deseaba que siguiéramos
juntos, pero ella solo respondía con monosílabos y demostraba menos interés que
yo en que la relación continuara, aun así no pensaba en darme por vencido tenía
diez días para salvar mi relación.
El primer día
transcurrió con normalidad, no peleábamos pero ella seguía demostrando la misma
frialdad. Por la tarde salí a caminar para despejar mi mente, cuando regresé me
encontré con que Florencia estaba mirando algo en la computadora, pero al verme
la apagó y no me dijo que veía.
No fue algo que
me importara y así que lo ignoré y me dirigí al baño, tenía ganas de evacuar
mis intestinos. Cuando salí me ocurrió lo primero extraño, mejor dicho sucedió
el primer comportamiento extraño de Florencia. Estaba parada en medio de la
cocina y me miraba de forma extraña, yo diría… con ternura.
-¿Qué hiciste
en el baño, mi amor? –preguntó.
-Tenía… que ir
–expliqué un poco avergonzado.
-¿Hiciste popo?
-Sí –repliqué,
sentía mi cara arder de la vergüenza.
-¿Y te
limpiaste bien?
-Desde luego.
-¿Seguro? ¿No
quieres que te revise?
-No –respondí
espantado.
-Muy bien mi
vida –exclamó al tiempo que me acariciaba la cabeza –.Me voy a bañar.
Me dejó
atónito, no entendía nada de lo que había sucedido pero pronto todo cobraría
sentido.
Por la noche
intenté tener algún tipo de cercamiento más íntimo, pero me rechazó acusando
que estaba cansada, no insistí aún tenía varios días por delante para mejorar
la relación.
Al día
siguiente cuando me levanté Florencia no estaba, por un instante mi corazón se
detuvo pensando que había decidido regresar a su casa, pero al ver que sus
valijas estaban en la cabaña me tranquilicé. Regresó pasado el mediodía
cargando una gran cantidad de bolsas. Cuando lo pregunté por ellas me dije que
ya vería. Me entusiasmé de a poco ella iba mostrando más emoción y entusiasmo.
Me fui a bañar,
y allí sucedió el segundo acontecimiento extraño. Florencia ingresó tomó el
jabón y comenzó a lavarme. Cuando le insté para que ella ingresara a la ducha
solo respondió.
-Shh, pórtate
bien –y me dio un golpecito en la cola.
Una vez que se
aseguró que estaba limpio, cerró la ducha y me ayudó primero a secarme y luego
a vestirme. La verdad es que estaba muy confundido, pero créanme esto recién
estaba comenzando.
Intenté no
pensar mucho o tratar de encontrar sentido a lo ocurrido por la mañana, más
bien me concentré en la sorpresa que había prometido para la noche. Cuando
finalmente el sol se fue a dormir me encontraba en la cama. Florencia ingresó
con un enorme paquete en la mano.
-Quítate la
ropa –me pidió con dulzura.
Desde luego
obedecí.
-Acóstate boca
arriba.
Nuevamente no
me resistí. Fue allí cuando comenzó a sacar cosas del paquete, pero no llegaba
a ver que era. Me incorporé un poco para observar mejor. Pero Florencia me
volvió a recostar con delicadeza.
-No, bebé –me
dijo -.Cierra los ojos.
Obedecí e inmediatamente
sentí que rociaba mis partes íntimas y mi cola con algo, luego acomodaba algo
debajo de mí, se oía como si se tratara de algo plástico como una bolsa,
inmediatamente tomó ese “algo” y lo cerró fon fuerza a la altura de mi abdomen.
Ya no pude aguatar más abrí los ojos y vi. Eso que me había rociado era talco,
y ese “algo” que me había puesto era un enorme pañal. No podía creer lo que
estaba sucediendo, mucho menos lo que veía.
-¿Qué… es esto?
–pregunté con la esperanza de oír alguna explicación razonable.
-Recién ayer me
di cuenta de lo tierno que sos –eso no era una explicación razonable.
-Pero Flor ¿Qué
es todo esto?
-Algo que
quiero intentar, ¿me dejas?
Estaba
desesperado por salvar mi relación por lo tanto no me opuse. Pensé que era el
inicio de un juego por eso permití que continuara. Me levanté a pedido de ella
y en esta ocasión me colocó un enterito lleno de dibujos infantiles. La verdad
es que me sentía muy tonto pero Florencia no paraba de sonreír con dulzura.
-Ya estás listo
–exclamó arreglándome un poco la ropa.
Pensé que en
ese momento pasaríamos algo más íntimo, pero no fue así.
-Ya estás listo
para ir a dormir.
-¿Qué?
–pregunté sorprendido.
-Que ya es hora
de ir a dormir, bebé –respondió con naturalidad, me acomodó en la cama y luego
me acurrucó con las sabanas.
No podía creer
lo que estaba viviendo, ella se acostó a mi lado y comenzó a cantarme una
canción de cuna para que me duerma pero no se me acercó. Aquella noche tardé en
dormirme, primero por la situación, segundo por la incomodidad de la ropa y
tercero pero los ruidos que hacía el pañal cada vez que me movía. Pero de
alguna forma finalmente pudo conciliar el sueño.
Cuando desperté
Florencia ya no estaba en la cama me levanté y me dirigí a la cocina, caminaba
con dificultad debido al holgado pañal. Mi novia estaba preparando el desayuno.
-Buen día, mi
amor –me regaló una gran sonrisa.
-Buen día –me
senté en una silla.
-Allí no
–exclamó -.Acá –señaló una sillita alta de bebé.
-¿Qué?
–pregunté alarmado -.Mira lo de anoche fue raro pero lo permití pero esto no
puede continuar porque…
-Shh –me calló
colocándome un chupete en la boca -. Sé un bebé obediente.
-¿Qué es todo
esto? –me quité el chupete.
-No hagas que
mami se enoje –me volvió a colocar el chupete y por alguna razón tuve miedo de
desobedecerla.
Mi desayuno
consistió en una papilla que debí comer con un babero y aguardar que sea
Florencia la que me la dé y una mamadera llena de leche. Me sentía tan ridículo
y más frente a mi novia, sin embargo ella parecía estar disfrutando de cada
segundo.
Terminado el
desayuno sentí la urgencia de ir al baño, me bajé de la silla y me dirigí hacia
ese lugar, pero cuando alcancé la puerta me encontré con que ésta estaba
cerrada.
-¿Qué pasa, mi
amor? –me preguntó mi novia.
-La puerta está
cerrada.
-¿Para qué
quieres el baño? Si tienes el pañal.
Sentí como mi
cara ardía en llamas.
-¡No! –grité
-.Hasta acá llegué. De ninguna manera voy a hacer lo que estas sugiriendo.
Su expresión se
modificó al instante, me tomó de la muñeca y de un fuerte tirón me llevó hacia
ella, se sentó y me colocó encima de su regazó, desabrochó el mameluco, me
quitó el pañal y comenzó a nalguearme con tal fuerza que me era imposible no
gritar de dolor. Terminado el castigo volvió a colocarme la ropa.
-Espero que de
ahora en más seas un buen bebé, no quiero tener que volver a repetir esto.
La verdad es
que yo tampoco lo deseaba, por ello ya no me resistí más a sus deseos. No
obstante no quería hacer mis necesidades en el pañal, me negaba a aquello, pero
con el avanzar del tiempo las ganas aumentaban y la posibilidad de que
Florencia me permitiera entrar al baño era nula. No entendía porque hacía esto,
no entendía que era lo que buscaba, ¿humillarme? Si era eso ya no era necesario
más, lo había conseguido.
Mientras todo eso
pasaba por mi cabeza mi voluntad flaqueó, más bien mi vejiga lo hizo y el pañal
se llenó de pipi, luego fue el turno de mis intestinos y al pañal húmedo se le
añadió una gran cantidad de popo. Poco a poco el mal olor invadió la
habitación. Estoy seguro de que Florencia se percató de lo que había sucedido
sin embargo se hizo la distraída de manera de dejarme así sucio durante un buen
rato. La situación finalmente me superó y comencé a llorar, estoy seguro de que
si había un espejo en aquel lugar hubiera sido la viva imagen de un bebé,
llorando, vestido con ropas infantiles, y con un pañal que estaba a punto de
estallar.
Fue en ese
momento que Florencia se me acercó, tiró de la parte de atrás del pañal y miró.
-Umh, me parece
que este bebé embarró su pañal –exclamó.
Me tomó de la
mano y me llevó hasta la habitación. La verdad es que me costó mucho caminar
por lo abultado de mi pañal y por lo lleno que estaba. En el lugar me recostó
sobre la cama, desprendió el mameluco y luego hizo lo mismo con el pañal, lo botó
a la basura, me limpió con mucho cuidado con toallitas húmedas y luego me
colocó un nuevo pañal. Era obvio que de esta forma estaría el resto de los
días, por eso tomé la decisión de preguntarle.
-¿Por qué,
Florencia? Al menos dame una explicación.
La pregunta la
tomó por sorpresa. Pero luego de unos segundos habló.
-Lo vi en
internet y quería probarlo. Pensé que quizás podía ser una forma de volver a
acercarnos.
La respuesta me
alarmó, de esta forma ella estaba intentando volver a recomponer nuestra relación,
algo que yo también intentaba. Por eso decidí que si éste era su método lo
seguiría.
A partir de
aquel momento me comporté como un bebé: me mostraba alegre cuando jugaba con
juguetes infantiles, me dormía con un chupete en la boca o chupando mi dedo
gordo, mojaba y embarraba mi pañal bastante seguido y para señalar que
necesitaba un cambio me ponía a llorar, disfrutaba comer papilla que me
preparaba Florencia o tomar leche tibia en la mamadera, incluso accedí a hablar
como un bebé y llamarla “mami”. Todo aquello fue difícil al principio pero la
verdad poco a poco se me fue facilitando y lo que más disfrutaba era tener a
Florencia cerca y siempre atenta a satisfacer todas mis necesidades de bebé.
Ella disfrutaba de cada segundo en que yo actuaba como un pequeño infante y la
hice feliz… pero solo durante esos días.
Al finalizar
ese viaje nos dimos cuenta de que lo nuestro no funcionaria, yo buscaba una
novia no una “mami” y ella buscaba un adulto que se comportara como un bebé no
un novio. Por ello con todo el dolor del mundo nos separamos. Pero nunca voy a
olvidar aquellos diez días en me transformé, para intentar salvar mi relación,
en un tierno bebé.
2 comentarios:
i was good but some spelling is rong some dident make sense
Una de la mejores historias que eh leido
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